SMARTPHONE: EL NUEVO “TERCERO EN DISCORDIA” ENTRE LAS PAREJAS
Los celulares, omnipresentes, afectan hoy todos los órdenes de nuestras vidas. Y pueden ser motivo de conflicto en la intimidad.
Podría decirse que el smartphone es, en muchos casos, el tercero en discordia, el febril aparatito que interfiere en la vida sexual de las parejas. Claro: a toda hora, se usa para chatear por Whatsapp, para subir fotos a Instagram, para postear en Facebook, para opinar en Twitter, y un millón más de etcéteras. Y todo eso, según explican los especialistas, le quita espacio al erotismo. Como si en medio de la habitación se levantara el Perito Moreno.
“Es lo mismo que pasaba hace un tiempo con el televisor”, explica el sexólogo Patricio Gómez Di Leva, autor del libro Sexualidad inteligente. Y profundiza: “El smartphone entretiene y, por lo tanto, reduce los momentos de intimidad. Hay parejas que se van a acostar y, cada uno por su lado, se quedan mirando el teléfono hasta que se duermen. En los últimos tiempos he tenido muchas consultas vinculadas con este tema. Lo que recomiendo, como primera medida, es no llevar el teléfono a la habitación. Y no dejarlo cargando la batería en la mesita de luz”.
“Ya no sé qué hacer”, se queja Natalia, una de las que se atormentan al ver que su pareja pasa más tiempo con su celular inteligente que con ella. “A mi novio le hablo y no me contesta: sigue mirando la pantallita de su teléfono. Le digo que tengo ganas de que me haga algunas caricias y sigue respondiendo los mensajes del grupo de Whatsapp de sus amigos, que son casi permanentes”.
El uso adictivo del smartphone -agregan los
entendidos- también genera inconvenientes de otras características, como el fear of missing out, tal como definen en Estados Unidos al “miedo a perderse algo” si no estás conectado las 24 horas. O la “saturación” que provoca dedicarles tanta energía a las distintas posibilidades tecnológicas. O, incluso, el “efecto Google”: en algunos ámbitos científicos ya se está estudiando si el hecho de contar con el apoyo permanente de Internet para chequear datos puede provocar pérdida de memoria.
Sherry Turkle, profesora de Ciencias Sociales y Tecnología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, sostiene que, con tanto teléfono, cada vez resulta más difícil mantener un diálogo “cara a cara”. “La gente busca evitarlo usando el celular para no sentirse vulnerable”, dice Turkle. “Nos atrae la conversación online porque podemos prepararnos”.
“Se ha demostrado que, si hay un teléfono en la mesa, la charla que se genera entre dos personas gira en torno a temas menos importantes, y esas personas sienten menor conexión entre sí”, suman los especialistas estadounidenses.
“Yo sé que está mal pero me tiento y, cuando él no se da cuenta, le reviso el celular a mi pareja”, reconoce Dolores, y plantea otro costado negativo: el del controll.
Pero no todo es tan beligerante. En algunos casos -cierra Krieger-, “la intimidad del otro produce enigma, misterio. Y eso erotiza. Se establece algo parecido a un juego que termina siendo beneficioso para la pareja. Eso sí: hay que saber manejarlo”.